Mis dientes que molestaban tanto a las mujeres que me rodeaban, se convirtieron en una molestia mental para mí.
Si miras mis fotos a partir de los 11 años puedes ver como mi rostro está tenso, mi barbilla mas alargada y mis labios unidos como un bozal para que no se viera que no tenía los dientes perfectamente alineados. Mi inseguridad se centraba en mis dientes a los 11 años. Luego en mi cabello, deseaba tenerlo liso con tanta intensidad que incluso permití que mi niñera me planchara el pelo con una plancha de ropa. Dejé que me maquillaran hasta parecer una niña precoz, pero nada de aquello servía porque seguía teniendo los dientes delineados.
Podría haberlo solucionado yendo al dentista, solo había un problema: que no era a mí a quien le molestaba, sino a los demás.
Yo no me había dado cuenta de que mis dientes no eran perfectos hasta que mi madre insistió en que fuera al dentista, que había que ponerme brackets, entonces me extrajeron una muela y fue como si despertara, el sonido tortuoso, el crujir, el deslizamiento y la sensación del guante de látex en mi boca me hicieron darme cuenta de que estaba en una silla azul, con un foco que parecía una pupila, porque a todos les molestaba mis dientes, excepto a mí, la que tendría que sufrir de labios secos, dolores durante años, extracción de mas de seis dientes, una operación de mandíbula y además no comer durante un tiempo mas que líquidos. Por lo que me puse tan nerviosa, que comencé a temblar en la silla y el dentista, con la mascarilla tapando su boca, dijo las palabras mas hermosas que un dentista destinado al fracaso puede pronunciar: No puedo hacer mi trabajo, mejor que vengan otro día.
¡Y no volví nunca!
Desafortunadamente después de aquel acontecimiento seguí sin sonreír en fotos y grabarme en video me hacían temblar por la inseguridad que me habían causado. Por lo que no tengo fotos de mi adolescencia sonriendo y tristemente jamás podré tenerlas.
La inseguridad sobre nuestro físico nos puede limitar a grandes experiencias de la vida.
Recuerdo por ejemplo como a los 19 años, mi ciudad se había llenado de carteles míos como una joven promesa literaria, ¿y quieres saber en lo único que yo pensaba? Era lo siguiente: “por favor que no escriban la palabra fea en mi foto”. Hoy lo pienso y me arrepiento de no haber disfrutado aquel momento, me parece increíble que la misma persona que ama sonreír, reír y grabarse en video para luego publicarlo en Instagram sea la misma mujer que temblaba por una foto donde ni siquiera sonreía.
Pero la cuestión es ¿qué tiene que ver mi inseguridad adolescente con tu Independencia como Mujer?
Es muy simple, amarse a una misma es tan importante como Ganar Dinero.
Hay algo que comprendí con 15 años y es lo siguiente: “Lo que hoy no aceptes, cuando tengas éxito se convertirá en tu peor pesadilla”.
Esta frase me hizo comprender que, si no me amaba a mí misma, cuando fuera exitosa me sentiría aun menos amada y mas insegura. El dinero, la fama, los seguidores o tener una pareja perfecta a tu lado no va a hacer que te aceptes, porque en el fondo, si tú no te aceptas a ti misma, nadie lo hará por ti. Por lo que eso es lo que vamos a conseguir en este capítulo. Vas a definir tu estilo y amarlo, porque será quien eres, algo que solo tú podrás definir y saber.
Un ejemplo de vida que me encanta es el de la Mexicana Frida Kahlo, la cual intensificó sus cejas unidas, su cojera y su bigotito, el cual imito y admiro. Frida fue un icono de belleza natural hasta el punto de protagonizar portadas de Vogue, pero lo mas importante, supo vender su físico en cuadros como parte de su Independencia de Mujer. Su carácter, su alegría e inteligencia eran un reflejo en sus pinturas y en toda ella. Por lo que vamos a definir quien eres e intensificar tus cualidades reconociendo tus defectos, los cuales se convertirán en tu Esencia.
7-11-24
Si soy experta en algo es en haber hecho ejercicios para levantar mi autoestima. Desde:
- Mirarme al espejo y decirme cuanto me amo, hasta llorar como si estuviera viendo el final de Titanic.
- Adquirir los servicios de “Profesionales de la vestimenta” y decirme que no debo llevar zapatos sin tacones porque me hacen gorda y que ese vestido que me abraza la cintura no es para mí.
- Acudir a sesiones de cutis donde descubro que tengo la piel incorrecta y que debo maquillarme más o usar cierta crema para mi zona T.
- Ir al gimnasio y hacer Spining para luego sentir que mis piernas están a punto de romperse como dos apios frescos.
- E incluso leer libros que me dicen que soy un ser único y que debo amarme y decirme ciertas frases, hasta que caminando orgullosa por la calle un chico me ha soltado en plena cara “fea” y entonces olvidaba todo lo leído deseando correr y meterme detrás de otro libro.
Si has hecho alguno de estos ejercicios o contratado alguno de estos servicios o leído mas de un libro de autoestima, sabrás que cada uno de ellos tienen la misma duración de efecto que el gas de una bebida azucarada.
¿Porque sucede esto? Porque ninguno de esos ejercicios nos dice que debemos definirnos y aceptarnos. Todos tratan de cambiarte para aumentar tu autoestima, pero la autoestima es algo delicado, como una amapola, si la tocas demasiado, los pétalos se caen y queda el tambor de pepitas negras desnudos. Ese tambor somos nosotras realmente, todo lo que le pongamos o quitemos no va a cambiar quienes somos, por lo que acepta quien eres en este momento.
No pienses que cuando estés mas delgada o si comieras menos, que, si tuvieras el pelo de otro color o ropa mas cara, tendrás más autoestima.
Si no aceptas quien eres, estarás constantemente intentando ser alguien que ni físicamente o mentalmente eres, irás en contra de tu naturaleza. Y cuando eso pasa, en algún momento, tu naturaleza se volverá en contra tuya.
¿Porque piensas que muchas famosas acaban suicidándose a pesar de que lo tenían todo, eran hermosas y exitosas? Porque en vez de llegar a la cima siendo ellas mismas, cambiaron en el camino y en algún momento miraron atrás dándose cuenta de que ya no son ellas, sino otra persona modificada para la vista del mundo de los hombres.
Esta es la razón principal por la que necesitas aceptar y definir tu físico. Vas a promocionar un producto, ganar más que un hombre e incluso hablar en publico. Por lo que necesitas sentirte cómoda contigo misma, puede que suceda rápido o como a mí, que fue algo escalonado hasta poder decir “Soy Jacqueline M.Q. escritora de más de 30 libros y asesora de escritores con menos de 30 años.”
Lo que vamos a hacer para aceptar tu físico es un ejercicio original. Vas a tomar tres fotos de ti, una de tu infancia, otra de la adolescencia y la tercera de adulta. Yo escogí una de mis 7 años, otra de 11 y por último una de 24 años.
Estas edades son para mí las más importantes ya que sucedieron tres cosas primordiales en mi definición y aceptación física.
Empecemos con la primera edad, infancia.
7 años — Mi hermano pequeño acababa de nacer por lo que pasé de ser hija única a “ahora eres la mayor, debes cuidar a tu hermano y compartir tus cosas”.
Lo que haremos en este ejercicio será:
- Decirte a ti misma que adorabas de ti en ese momento.
- Segundo, cuales eran tus defectos.
- Y por último que te gustaría tener de ti con esa edad hoy.
Lo haré contigo así no estarás sola en este ejercicio. (Tranquila no vas a traumatizarte con tu infancia y tampoco lo alargaré 10 años, porque es gratis.)
Tomate una copa de vino o algo que te relaje, este ejercicio es muy intenso sobre todo el resultado final. Es importante que recuerdes que en este ejercicio trabajamos el aspecto físico, aquello que muchos libros deciden saltarse, pero que no comprenden cuanto daño puede causarnos a las mujeres debido a toda la publicidad y consejos que nos rodean. Por lo que habla solo de tu físico al responder las preguntas.
Me saludo en voz alta mirado mi foto: Hola Jacqueline.
Hablo del momento en que me tomaron esta foto: Era verano, mi hermano Abraham jugaba con sus muñequitos y yo le daba la espalda para que no interrumpiera mi juego con mis Barbies, la música sonaba en el jardín y papá apreció con la cámara Nikon y dijo: “¡Mira aquí Jacque!” Entonces me hizo unas cuantas fotos hasta tener esta, mi favorita.
¿Qué es lo que más me gusta de mí en esta foto?: Mis cejas, las adoro, mis pestañas negras, esos ojitos risueños y mis labios rosados. Me encantan mis manos sobre mi cara, me sentía coqueta sin saber que era realmente serlo.
¿Cuales eran mis defectos?: Mi pelo, para tener aquella línea parecida a un rayo, mi madre arrastraba el peine sobre mi cabeza y yo lloraba desesperada abrazándola para no gritar. El lacio de mi cabello era a base de cepillo, mis rizos rebeldes eran un defecto porque me hacían llorar para estar así de bonita.
¿Qué me gustaría tener de mí con esa edad hoy?: (Al haber aceptado mi físico esta respuesta mía no es valida, pero cuando hice este ejercicio para definirme dije lo siguiente) Ser tan delgada como era entonces.
Ufffff. Respira hondo, levántate si es necesario, bebe un poco más, refréscate, si tienes lagrimas ríete, nunca vas a olvidar este momento. Acabas de decirle a tú yo pequeñita, a esa mujercita, que estaba convirtiéndose en quien eres hoy, lo que amabas de ella y puede que nunca lo hicieras.
Recuerdo una escena de Barbra Streisand, que me inspiró este ejercicio, en la película “El Espejo tiene dos caras” donde el personaje principal mira una foto infantil de su hermana, habla de lo bonito que eran los ojos de su hermana, su boca, su cabello. Menciona que su hermana era hermosa desde niña. Cuando entonces la madre le mira y le dice: “Esa no es tu hermana, eres tú”.
Al ver aquella escena por primera vez con 18 años lloré porque me acordé de que yo también era hermosa de niña, entonces me pregunté: “¿Qué coño ha pasado? ¿Cómo me he convertido en esto? Me miro al espejo y no me amo.” Sin saberlo estaba haciendo este ejercicio, entonces tomé mis fotos infantiles y me di cuenta de que no había cambiado, sino que aquellas personas que estaban a mi alrededor me intentaban cambiar. El cabello lacio fue el primer paso de la inseguridad, que me siguió durante toda mi adolescencia, hasta el punto de que odiaba mis preciosos y divertidos rizos.
Puede que suceda que al hacer este ejercicio ciertas personas acudan a tus recuerdos, a las cuales les culpas haber introducido en tu mente ciertos comportamientos o inseguridades que hoy tienes, por ello quiero decirte: “ella no tiene la culpa.” Piensa que no sabían, al igual que tú antes de haber comenzado este libro, aquello que hoy estás aprendiendo y que seguramente ellas también tuvieron a alguien que les hizo lo mismo, que les transmitió inseguridad y como una herencia, te tocó luego a ti. Por lo que simplemente acéptala como parte de tu historia.
Desde ahora podrás contarla a quienes deseen alcanzar la Independencia que has elegido tener. Puede incluso que ayudes a esa mujer que te hizo ser insegura, pero ahora céntrate en ti.
Adolescencia. Querer ser delgada era una obsesión que toda mi familia enfrentó y que se intensificó en la siguiente foto, vamos a viajar a mi adolescencia de 11 años y a la tuya.
Me saludo en voz alta mirado mi foto: Hola Jacqueline con 11 años.
Hablo del momento en que me tomaron esta foto: Estaba bailando, ser bailarina era mi mayor sueño, si escuchaba música, bailaba cada una de las canciones, me entregaba al ritmo.
¿Qué es lo que más me gusta de mí en esta foto?: Mi sonrisa, la sostengo con felicidad. Me encanta como me queda el pantalón de flores azules y como se ve mi vientre un poco tras la camisa blanca.
¿Cuales eran mis defectos?: En aquel momento creía que era gorda, mis padres acababan de entrar en Herbalife por lo que mi familia comenzó una dieta que duró 10 años. (¿De locos cierto?) Mis brazos eran mi debilidad, en la foto están tan unidos porque empezaba a salirme el vello de las axilas y acababa de recibir la siguiente frase de mi tía: “Si ves un solo pelito, depílalo, a los hombres no les gusta ver pelo.” Mi pelo era otro defecto, empezaba a desear tener mechas rubias y que fuera liso, por lo que empecé a alisármelo sola.
¿Qué me gustaría tener de mí con esa edad hoy?: Antes de haber aceptado mi sonrisa, eso es lo que deseaba al ver esta foto, sonreír así, sin saber que no era la sonrisa perfecta, también que no llevaba sujetador y tenía una sensación de libertad infantil aun en mí.
Al hacer este ejercicio vas a darte cuenta de que cuanto más te acercas a la adolescencia mas complejo se vuelve el mundo para nosotras, las mujeres. De pronto un pelito, el tono de nuestra voz, como nos sentamos, se convierte en nuevas normas de las que nadie nos habló que tendríamos que seguir. No las aceptamos, simplemente llegan a nosotras.
Por ello cuando una mujer me dice hoy que llevar sujetador, hablar bajito o sentarme correctamente, es cosa “de mujeres”, no hago el menor caso.
Yo por haberlas seguido me alisé el cabello y no desayuné ni cené durante 10 años y comencé a llevar sujetador por miedo a que se vieran mis pezones.
Las mujeres entramos demasiado pronto en el mundo de los miedos y las inseguridades, por eso nos cuesta tanto salirnos.
Por lo que, si estás aún con los miedos de una niña de 11 años, suéltalos (como Elsa en Frozen), deja de vivir con ellos, no dependas de lo que te dijeron que era ser mujer.
Anécdota cómica para relajar el momento que estás viviendo: Llevo horas viajando entre mis fotos para encontrar aquella en la que sonreí por primera vez, y al encontrarla no podía creérmelo, había pasado totalmente desapercibida para mí hasta ahora. La foto que verás a continuación tiene a un compañero especial, no me refiero a Ion, sino a un caballo, la primera vez que sonreí sinceramente y ya no pude parar, fue minutos antes de dar a comer a un caballo.
Y ahora pasemos al momento en que realmente comencé a ser quien era. Cuando sonreí después de 15 años.
Me saludo en voz alta mirado mi foto: Hola Jacqueline de 24 años.
Hablo del momento en que me tomaron esa foto: Estábamos en Italia, de voluntarios en una granja Bio, aquel caballo se llamaba Dionisio y teníamos que darle de comer cada mañana, plantar vegetales y podar el viñedo a cambio de comida y cama durante un mes. Estaba emocionada, por primera vez vivía entre la naturaleza y estaba cerca de un caballo sin tener miedo.
¿Qué es lo que más me gusta de mí en esta foto?: La sonrisa, salió sin darme cuenta por la emoción.
¿Cuales eran mis defectos?: Mi pelo, seguía molestándome el hecho de que fuera rizado, me lo recogía o andaba suelto molestándome porque no aceptaba lo que realmente deseaba, que fuera rizado.
¿Qué me gustaría tener de mí con esa edad hoy?: La sonrisa es lo que mas amo en esta foto, la manera en que mis mejillas se ensanchan y como transmiten el comienzo de una Mujer Independiente.
Una cosa curiosa e inevitable que pasó después de aquella foto y que me hizo una Mujer Independiente fue que por primera vez Gané mas que un Hombre. Mi primer libro como Ghostwriter me dio una enorme confianza y unos meses después escribí después de 4 años mi novela llamada Bye Virginity: Navidad Virgen donde expuse todos los miedos e inseguridades que tuve con 20 años acerca de la Virginidad y encontrar al hombre correcto. Y créeme cuando te digo que fue gracias a esa sonrisa y otra cosa mas…
La examinación del pasado es importante, por eso este ejercicio, pero siempre y cuando cortas de raíz aquellas cosas que te duelen y hacen sentirte inferior.
Sonreír fue mi primer paso a la aceptación, entonces me di cuenta de que a nadie le importaban mis dientes si a mí me daba igual. Por lo que viajar se convirtió en una experiencia aun mas maravillosa, ahora es difícil hacerme una foto en la que no ande con la boca abierta, de hecho, hace unos días me tragué un mosquito🪰.
Al sonreír me di cuenta de que uno de mis mayores miedos, que me insultaran, era totalmente infundado. Desde mi primera sonrisa, nadie, absolutamente nadie me ha llamado “fea” en persona o internet y si hubiera sucedido, habría bloqueado a esa persona y listo.
Pero no ha pasado, por lo que esas palabras que te atribuyes a ti misma van a ser el siguiente ejercicio que harás, pero antes déjame contarte que otra cosa me hizo ser quien soy, definirme físicamente. ¡El moño! En México le llaman “chongo”.
La decisión ocurrió así, estaba con Ion en Francia, habíamos tenido una noche de reflexión sobre nuestra vida y las posesiones. Acompañamos el momentos con una rica botella de Bordeaux y Queso Comté. La emoción era palpable ya que estaba a punto de terminar mi novela Bye Virginity. Al día siguiente me sentía de maravilla, como la vida empezaba a ser como yo deseaba, hasta que me miré al espejo y resoplé porque realmente no sabía que hacer con mi pelo, era como si se interpusiera en mi visión, deseaba centrarme en que escribir y hacer una escena llena de seguridad, pero mi pelo parecía decirme: “antes debes ocuparte de mí.” Por lo que miré las tijeras que había cerca del espejo, las cogí y llamé a mi querido:
—Ion.
—Dime —apareció con el aroma a Capuchino
—Córtame el pelo.
Sus ojos mostraron entre sorpresa y entusiasmo.
—¿En serio? ¿Cuanto de corto?
—Lo suficiente para que deje de molestarme.
—¿Segura?
—Oh sí. ¡Libérame!
Después de aquel día el corte fue cada vez a mas, Ion se convirtió en mi peluquero personal. Entonces empecé a recordar cuanto había adorado a la cantante Pink y su rebeldía, sus mensajes femeninos y ese fue mi corte definitivo, con el que me conoces hoy con mi ricito a modo Elvis Presley. ¿Fue aceptado? Oh, no, recibí mensajes como: “Solo te falta decir que eres lesbiana”, incluso preguntas del tipo “¿Eres hombre o mujer?” Y “con lo guapa que estabas con el pelo largo”. Pero cada vez que recibo este mensaje recuerdo aquel momento en el espejo, viajar en autobús mas de 3.000km y sentir el calor en la nuca por el cabello, tener que lavar el pelo y esperar a que quede bien o la mayor pesadilla del pelo largo para mí, el frío en invierno después de salir de la ducha.
El pelo, mi sonrisa y luego aceptar que amo comer, fueron mi definición. Hoy mis libros están llenos de personajes que llevan el pelo como quieren, alegres y que comen con pasión. Mis clientes pagan por libros con personajes con carácter, las escritoras que desean mis Asesorías quieren a alguien que les de seguridad, que las motive y les recuerde lo increíblemente creativas que son, ¿crees que podría hacer todo esto si me preocupara si tengo el pelo bien? ¡Claro que no! Por eso lo corté, porque tengo cosas en mi cabeza mas importantes y es para mi primordial saber que mi cabello me ama y yo lo amo, que somos uno, no yo y mi pelo.
Y ahora sí, vamos a hacer ese ejercicio, el más duro que puede que hagas en tu vida, se trata de insultarte a ti misma.
Recuerdo que las palabras que más me dolía escuchar eran: Fea, gorda y bruta. También te diría “fregona” por que así me llamaron una vez refiriéndose a mi pelo 😀
Lo que tú vas a hacer es escribir esas palabras que te duelen sobre tu físico, las que temes que te digan al subir tus fotos a Instagram, las que te dice la voz en tu mente en secreto. Escríbelas, ahora.
¡Lista! Uf, venga, un shot más o abre una botella para celebrar que has admitido que palabras te dan miedo.
Ahora dítelas, admite que según tú perspectiva eres todas esas palabras.
¿Quieres saber que va a suceder? Que, aunque alguien te las diga, tú ya te las dijiste antes, ya las sabías, no es una sorpresa para ti.
Esto no quiere decir que debas hacer las cosas sintiéndote por ejemplo fea, al contrario. Cuando yo admití que no era hermosa según la sociedad, lo que sucedió fue que decidí hacer y ponerme aquello que según yo me hacía sentirme bella, hasta convertirme en la persona que mas amo en el mundo, me encanta hacerme fotos, verme y poder decir: ¡Soy una monada!
Llevaba mucho tiempo deseando poder decir algo así y el problema era que al intentar imitar a las demás chicas y luego mujeres, pelo largo, lacio, ropa estrecha, ponte recta, lleva tacones, maquíllate, no sonrías, pon los labios un poco hinchados, me sentía aun mas fea, porque veía que no lograba parecerme ni un milímetro a esas féminas de revista. Por lo que decidir sentirme cómoda me hizo conseguir ser YO, alguien que amo escuchar y ver. ¡Una Narcisista en toda regla! Mi Independencia como Mujer comenzó cuando dejé de depender de lo que la Sociedad dicta de lo que es una mujer hermosa y comencé a pensar en como me gusto y me siento mas cómoda.
¡Y ahora vamos a pasar al siguiente punto!
Ya has aceptado tus defectos, es momento de definirte, ¿y qué es lo que nos define a las mujeres? Hay ciertas cosas, que he podido comprobar al ver mujeres en mis viajes, de diferentes nacionalidades, apariencia y diversas clases sociales. Y da lo mismo si eres una empresaria, una madre, granjera o bibliotecaria…
Curiosamente en cada país las mujeres visten igual, vaqueros azules y camiseta corta. Durante un tiempo seguí esa corriente, vaqueros estrechos y camiseta con la que evitaba sentarme para que no se me viera la panza, marcada como una baguette francesa. Taparme con los brazos en cruz y por supuesto sujetador, ¡no vaya a ser que le saque un ojo a alguien con mi pezón excitado! Y por último tacones para que las piernas en el vaquero estrecho no se vean como dos morcillas.
¡Todo esto lo mandé a la mierda!
El momento sucedió en Francia. Una amiga francesa, que me enseñó algunas claves sobre ser una mujer sin dolor menstrual, nos llevó a Ion y a mí a un Centro Comercial de Ropa de Segunda Mano, el paraíso. Entonces comencé a buscar ropa para el invierno que nos esperaba. Casi todas las mujeres buscaban en las enormes cajas de madera vaqueros y camisetas. Esperando a que hubiera un hueco para encontrar mi conjunto, vi unas perchas donde nadie estaba mirando, me acerqué para curiosear y entonces encontré vestidos largos, de colores como chocolate, con botones de nácar, lunares color crema, faldas rosa y blancas con bolsillos para mis bolígrafos. ¡Acababa de encontrar un lugar donde mi panza se movería felizmente!
Olvidé los vaqueros estrechos y que me hacían pensar en complejas combinaciones de colores y tomé aquellos vestidos y faldas a 1€ la unidad. ¡Cuando me los probé me encontré a mí misma mirándome desde el espejo! Nada me apretaba, todo se movía desnudo y libre bajo mi cuerpo. Entonces decidí que ya que estaba en Francia llevaría un sujetador francés y busqué con Ion uno que solo fuera encaje suelto. Aquel sujetador fue el ultimo que tuve en mi vida, la liberación que sentí al no llevar nada que me sujetara los pechos, apretara e hiciera sudar, me hizo olvidarme de una preocupación mas.
Lo siguiente que sucedió después de aquel cambio fue que ya no caminaba preocupada por si se me veía una acumulación de carne, comer se convirtió en mi pasión de nuevo y de Francia fuimos a Rumania listos para probar todas las delicias.
Desde entonces solo visto vestidos, busco allí donde nadie lo hace, en las tiendas de Second Hand. Encuentro lentejuelas, mariposas brillantes, vestidos blancos de verano, petos con botones de madera y los acompaño con zapatos que me permitan largos paseos.
La ropa es muy importante, pero no en el sentido en el que nos la han vendido. Ser mujer no significa estar incomoda, sino todo lo contrario.
Por ello el siguiente ejercicio será hacer una lista de la ropa que odias ponerte, que no te pondrías. No te saltes nada, no pienses cosas como: ¿pero como no voy a llevar sujetador? O ¿sin medias? Todo es posible.
Ahora que sabes que es aquello que no llevarías porque te resulta incomodo, vas a escribir lo que te encanta llevar. Igual que el ejercicio anterior, no pienses si es o no de Mujer, ya que vas a definir tu negocio gracias a la ropa cómoda que escogerás. ¡Adelante!
¡Bien!
Ahora que has elegido esa ropa, toca definir tu marca, tu esencia en base a ese estilo que te hace sentir cómoda. Es importante que estés cómoda en todo momento, es algo en lo que siempre insisto, las mujeres somos el genero que hace mas cosas que odia, desde depilarse, despertarse temprano, limpiar, hacer dietas… y nos han hecho creer “que si no lo hacemos nosotras nadie más lo hará”. Eso es mentira, si algo no te gusta, deja de hacerlo, así de simple, por lo que, si una prenda te hace sudar, te da pensamientos de inseguridad o incluso te pica al ponértela… ¡Deja de usarla mujer! Y usa la que más te gusta.
Perfecto, ahora vas a ir a tu armario y seleccionar esa ropa que has dicho que te hace sentir cómoda, la que no ya le encontrarás un lugar en el mundo. Pero centrémonos en la que te hace sentirte TÚ. Ponla sobre la cama y una vez termines toma los objetos que escogiste para promocionar. Combina cada objeto con las prendas que tienes. ¡Vamos! ¡Ve! Yo mientras me tomaré un café que me ha servido Ion.
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Espero que haya ido genial. Seguramente te hayas dado cuenta de que la ropa y los objetos combinan a la perfección, es lo hermoso de la trayectoria de convertirse en una Mujer Independiente, quienes somos va surgiendo, siempre estaba ahí, solo que eran pequeñas las dosis que teníamos de nosotras mismas.
Entonces, ya tienes tus defectos admitidos, seguro que sientes una gran liberación como el día que sonreí por primera vez en 15 años o cuando Ion dio el primer tijeretazo.
También has definido tu estilo, seguramente a medida que avances puede que vayas cambiando, recordando como siempre quisiste vestirte, como me pasó a mí. Y puede incluso que algún día escribas un libro y cuentes este momento en el que, por solo elegir sentirte cómoda, tu independencia comenzó a mostrar las alas. Ahora que tienes claro quien eres y quien no, estás lista para hablar con tus primeros clientes. Pasemos al siguiente punto que te hará una Mujer Independiente.
Ahora descansa la vista y dale placer a los oídos con el audio del final del día que tuve al escribir este capítulo. Pulsa el play.
